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El Papa pidiĆ³ evitar cualquier soluciĆ³n violenta en Ucrania
26 - 01 - 2014 - DESAFIOS - Otros

Miles de personas, entre ellos muchos jóvenes, provenientes de la Acción Católica, acudieron con globos y manoplas amarillas a la plaza de San Pedro, para escuchar el Angelus dominical del Papa quien realizó un llamamiento al compromiso y a llevar "la alegría del Evangelio" a todas las "periferias", así como lo hizo Jesús al comenzar su misión en Galilea.

El Santo Padre estuvo  rodeado de un niño y una niña, miembros de la Acción Católica, que por primera vez en la historia leyeron junto al Papa en la ventana del Palacio Apostólico. "Son hermosos, ¿eh?", rió el Papa. "Rezamos por ti, y gracias por tu simplicidad", le leyeron, recibiendo un abrazo y varios besos del Papa de los niños. Y con los que lanzaron palomas de paz y compartieron risas y bromas. Una escena emotiva, divertida, cariñosa, alegre... como el mismo Evangelio que se trasmite en cada gesto, en cada palabra, en cada acto de Francisco, el párroco desde el balcón del mundo.

Precisamente, el mundo fue el centro de un mensaje en el que Francisco clamó por la paz en Ucrania, especialmente por "los que han perdido la vida y a sus familias. Deseo que se desarrolle un diálogo constructivo, evitando cualquier solución violenta, y que prevalezca el espíritu de paz y la búsqueda del bien común".

El Evangelio de hoy habla del comienzo de la predicación de Jesús, en Galilea. "Su misión no parte de Jerusalén, el centro religioso, social y político, sino de una parte periférica, una zona despreciada por los judíos más observantes, ya que en aquella región convivían distintas oblaciones extranjeras", subrayó el Papa.

"Galilea es el lugar simbólico de la apertura del Evangelio a todos los pueblos. Galilea se asemeja al mundo de hoy, con diversas culturas y necesidad de encontrarse", añadió Francisco, quien pidió a los fieles "no asustarnos y ceder a la tentación de construir recintos cerrados para estar más seguros".

"Jesús nos enseña que la Buena Noticia no está reservada a una parte de la humanidad. Hay que comunicarla a todos. Es un gozoso anuncio destinado a quienes la esperan, pero también a los que no tienen la fuerza siquiera para pedir", subrayó, arrancando el aplauso de la plaza.

 

"Partiendo de Galilea, Jesús nos enseña que ninguno está excluido de la salvación de Dios. Más aún: que Dios prefiere partir de la periferia, de los últimos, para alcanzar a Dios", recalcó Francisco, quien pidió a todos los seguidores de Jesús "salir de nuestra comodidad y alcanzar todas las periferias que tienen necesidad de la luz del Evangelio".

"Jesús comienza su misión desde un lugar alejado del centro, y por hombres que tienen un perfil bajo. No se dirige a las escuelas de escribas y doctores de la ley, sino que sus discípulos están en las personas sencillas (...). Jesús busca en las orillas del lago. Son pescadores, los llama y ellos le siguen, enseguida, dejan las redes y se van con él. Su vida se convertirá en un aventura extraordinaria y fascinante".

"Queridos amigos y amigas: el Señor también llama hoy. El Señor pasa por las calles de nuestra vida cotidiana, también hoy, en este momento, aquí, el Señor pasa por esta plaza. Nos llama para ir con él a trabajar por el Reino de Dios, en las Galileas de nuestro tiempo", añadió Bergoglio, el Obispo de la plaza de San Pedro.

"El Señor me mira, me está mirando, ¿qué es lo que me dice? Y si alguno de vosotros siente que el Señor le dije "Sígueme": Que tenga valor. El Señor no desilusiona nunca. Sentid en vuestro corazón si el Señor nos llama a seguirlo. Dejémonos alcanzar por su mirada, por su voz, y sigámoslo, para que la alegría del Evangelio no sea privada de la luz en ningún lugar del mundo", concluyó el pontífice, quien después presentó a los niños y tuvo un recuerdo para Ucrania.

También, para Coco, un pequeño que murió tras ser quemado dentro de un coche. "Recemos por Coco, seguro que está en el cielo, y por las personas que han cometido este delito, para que se arrepientan y se conviertan al Señor". Y toda la plaza rezó con él.

Tras ello, los saludos: a los niños de la Infancia Misionera, a los leprosos, a los asistentes a la beatificación de María Cristina de Saboya y a todos aquellos que, especialmente en oriente, celebran el fin de año lunar. "A todos les deseo una existencia llena de alegrías y de esperanzas".


Texto completo de la alocución del Papa Francisco antes del rezo del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! El Evangelio de este domingo narra los inicios de la vida pública de Jesús en las ciudades y aldeas de Galilea. Su misión no parte de Jerusalén, es decir del centro religioso, social y político, sino de una zona periférica, despreciada por los judíos más observantes, con motivo de la presencia en aquella región de diversas poblaciones; por ello el profeta Isaías la indica como "Galilea de los gentiles" (Is 8, 23).
Es una tierra de frontera, una zona de tránsito donde se encuentran personas diferentes por raza, cultura y religión. Galilea se convierte así en el lugar simbólico para la apertura del Evangelio a todos los pueblos. Desde este punto de vista, Galilea se parece al mundo de hoy: comprendida por diversas culturas, necesidad de confrontación y de encuentro. También nosotros estamos inmersos cada día en una "Galilea de los gentiles", y en este tipo de contexto podemos asustarnos y ceder a la tentación de construir recintos para estar más seguros, más protegidos. Pero Jesús nos enseña que la Buena Noticia no está reservada a una parte de la humanidad, hay que comunicarla a todos. Es un buen anuncio destinado a cuantos lo esperan, pero también a quienes, tal vez, ya no esperan, y ni siquiera tienen la fuerza de buscar y de pedir.
Partiendo de Galilea, Jesús nos enseña que nadie está excluido de la salvación de Dios, más bien, que Dios prefiere partir desde la periferia, de los últimos, para alcanzar a todos. Nos enseña un método, su método, que expresa el contenido, es decir la misericordia del Padre. "Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio" (Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, 20).
Jesús comienza su misión no sólo desde un lugar descentrado, sino también a partir de hombres que se dirían "de bajo perfil". Para elegir a sus primeros discípulos y futuros apóstoles, no se dirige a las escuelas de los escribas y doctores de la Ley, sino a las personas humildes y sencillas, que se preparan con empeño a la llegada del Reino de Dios. Jesús va a llamarlos allí donde trabajan, en la ribera del lago: son pescadores. Los llama, y ellos lo siguen inmediatamente. Dejan las redes y van con Él: su vida se convertirá en una aventura extraordinaria y fascinante.
Queridos amigos y amigas, ¡el Señor llama también hoy! Pasa por los caminos de nuestra vida cotidiana; también hoy, en este momento, aquí, el Señor, pasa por la plaza. Nos llama a ir con Él, a trabajar con Él por el Reino de Dios, en las "Galileas" de nuestros tiempos. Cada uno de ustedes piense: el Señor pasa hoy, el Señor me mira, ¡me está mirando! ¿Qué me dice el Señor?
Y si alguno de ustedes oye que el Señor le dice: "sígueme", sea valiente, vaya con Él; Él no decepciona jamás. ¡Dejemos alcanzarnos por su mirada, por su voz, y sigámoslo! "Para que la alegría del Evangelio llegue hasta a los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz"