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Obispos de Sudán del Sur en el mayor campo para prófugos
24 - 10 - 2018 - EMERGENCIA ANTROPOLOGICA - Familia

Toda la Conferencia Episcopal visita Bidi Bidi (Uganda) que ha recibido a 300 mil desplazados. El llamado del presidente del episcopado, Hiiboro Kussala, para que se respete el acuerdo de paz. (Fuente: Lastampa.it)

Durante su visita “ad limina” del mes de septiembre, el Papa le pidió explícitamente a los obispos de Sudán del Sur que dedicaran una atención especial por los millones de prófugos de su país, desperdigados en los países vecinos o desplazados en el propio territorio. Francisco, que sigue con particular preocupación la situación en Sudán del Sur, pidió que la Conferencia Episcopal mantuviera viva a la Iglesia entre los refugiados, convirtiéndola en una presencia constante en medio de ellos. Al volver a casa, los obispos han querido responder inmediatamente a la petición papal. Organizaron una visita al campo para prófugos de Bidi Bidi, en el noroeste de Uganda. Se trata del mayor asentamiento en el mundo, con 282 mil desplazados, principalmente sudsudaneses, que viven en una zona de 230 kilómetros cuadrados en viviendas improvisadas.

 

Un evento excepcional en el que participó toda la Conferencia Episcopal de Sudán y Sudán del Sur. La jerarquía eclesial tuvo la oportunidad para compartir la vida cotidiana en el campo durante seis días. Sorprendidos por la dramática situación que allí se vive, los obispos aprovecharon la ocasión para lanzar un fuerte llamado a los políticos: el acuerdo de paz firmado hace apenas un mes debe ser respetado para que Sudán del Sur pueda volver a una situación que permita la vuelta de millones de personas a sus casas. En una conversación con Vatican Insider, monseñor Hiiboro Kussala, obispo de la diócesis de Tombura-Yambio, en Sudán del Sur, y presidente de la Conferencia Episcopal, explica la situación.

 

Excelencia, ¿cómo fue naciendo la decisión de la visita?

 

Como Conferencia Episcopal nunca habíamos ido a visitar el campo para prófugos en el que viven muchísimos de nuestros fieles. Antes de esta visita, solamente yo y los obispos de Malakal (Sudán del Sur) y de El Obeid (Sudán) habíamos visitado un campo para prófugos, pero solamente por poco tiempo. Esta vez quisimos estar todos y tomarnos tiempo para encontrar, hablar, administrar los sacramentos, compartir con estos hermanos y hermanas nuestros que viven una fase muy dura de su existencia. Permanecimos casi una semana y les manifestamos toda nuestra cercanía. La invitación del Papa fue un parteaguas y no podíamos no escucharla, por lo que decidimos responder inmediatamente: al volver de Roma, a mediados de septiembre, comenzamos a organizar la visita a Bidi Bidi.

 

¿Qué personas encontraron?

 

Una humanidad que sufre. En el campo faltan tantas cosas, falta la comida, la gente recibe raciones gracias a los organismos internacionales, pero nunca son suficientes. Se come manioca, maíz, un poco de aceite, pero existen grandes dificultades constantemente; en el campo muchos se quedan por años, la mayor parte de los prófugos se encuentra allí desde 2014, desde pocos meses después de que explotara la guerra civil. No existe ninguna posibilidad para que lleven a cabo alguna actividad económica, comercio o trabajo, la gente vive de ayuda y lleva una existencia precaria, que no permite imaginar un futuro mejor. Yo quise expresarles una palabra de esperanza, les dije que esa condición no era para siempre, que no era la última palabra para sus vidas. Pero el desánimo es enorme. Precisamente por este motivo consideramos necesario hacer una realidad la invitación del Papa y visitarlos: fue como decirles: “La Iglesia está con ustedes, sufre con ustedes”. Nos conmovimos escuchando las historias de algunas mujeres que han perdido todo y que no tienen noticias ni de sus hijos ni de sus esposos. Las historias de hombres que se ocupan de sus hijos sin saber dónde están sus esposas. Algunos de ellos tienen miedo de volver, porque temen repercusiones. Durante la visita, reunimos muchas lágrimas.

 

¿Cómo han recibido la noticia sobre el acuerdo de paz para Sudán del Sur?

 

No tienen mucha confianza. Han visto fracasar tantos acuerdos después de poco tiempo y temen que se trate de la enésima ilusión. Afortunadamente, esta vez la tregua se está manteniendo y el acuerdo parece más sólido, pero ellos no confían en las partes involucradas que han firmado, el gobierno y la oposición. Y los comprendo. Por otra parte, en el país todavía hay muchas armas en circulación, por lo que firmar la paz no es suficiente. Hay que comenzar inmediatamente a pensar en le reconstrucción, a ofrecer apoyo psico-social a los demasiados jóvenes, a las mujeres, a los hombres que han crecido en le guerra. Muchos chicos en nuestro país no se comportan como deberían los jóvenes normales, han crecido en el odio y en el miedo. Hay muchas viudas, muchos huérfanos. La Iglesia tiene mucho que hacer en su misión para crear la reconciliación, el perdón y la confianza.

 

El 5 de octubre usted lanzó un duro llamado para que todas las partes respeten el acuerdo, para que se mantenga la tregua, para que finalmente la paz se establezca en Sudán del Sur. ¿Qué respuestas ha tenido?

 

Estoy convencido de que, como Iglesia, no debemos dejar de hablar con el gobierno y con la oposición. Debemos estar presentes en el contexto político y pedir que todos respeten el acuerdo. De ello dependen muchas cosas, la vida de los prófugos, los desplazados, el sufrimiento económico de un país entero. Aquí la vida es muy dura y no podemos dejar escapar esta histórica oportunidad. Por ello, yo y los obispos hacemos constantemente llamados para que todos nos escuchen. Los enviamos a los periódicos, a los partidos políticos, a la sociedad civil y nos consuela ver que la paz se mantiene, que el cese al fuego no ha sido violado. Pero ahora debemos hacer todos los esfuerzos que sean necesarios para salvar este acuerdo. Nos dirigimos a la comunidad internacional, a la UE, a la ONU, para que se conviertan garantes neutrales y no dejen la responsabilidad solamente en manos de Uganda y Sudán (el acuerdo fue firmado bajo el patrocinio de estos dos estados vecinos, ndr.). Que nuestros llamados hayan sido apreciados por todos, en general, y que nadie los haya percibido como contrarios u hostiles me hace tener esperanzas para el futuro.