A pesar de que las amenazas del grupo armado habían mencionado a los "jidujiao" (término chino para referirse a cristianos no católicos), las acciones se dirigieron también en contra de la Iglesia Católica, que no cuenta con parroquias en la zona afectada, ubicada en la frontera con China, pero que a través de la misión salesiana llevaba a cabo labores de educación y asistencia en salud, con la plena autorización de las autoridades civiles, en una región autónoma controlada por el UWSA.
A pesar de su presencia formal, las religiosas habían sido interrogadas para asegurarse de que sus actividades no pudieran ser clasificadas como "proselitismo" y cinco jóvenes católicos que colaboraban con ellas fueron detenidos hasta constatar que provenían de otras regiones y no habían sido conversiones locales. El día 23 de septiembre las religiosas y los jóvenes fueron detenidos nuevamente y al día siguiente se les informó de su expulsión de la zona de Mong Mau.

"Las autoridades saben muy bien quiénes son los católicos y qué hacen", comentó el vocero de la Conferencia Episcopal de Myanmar y Arzobispo de YangOn, Card. Maung Bo. "Su comportamiento es incorrecto, antes nos invitan y después nos echan sin darnos explicaciones".