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Carta de Sandri confirma la veracidad del testimonio Viganó
09 - 09 - 2018 - IGLESIA - Europa

Un alto funcionario de la Secretaría de Estado reconoció las denuncias presentadas por un sacerdote de Nueva York en 2000 en relación al Arzobispo Theodore E. McCarrick, según una carta obtenida por Catholic News Service. (Fuente: Infovaticana)

Es la guerra. O algo muy parecido. Esta irrefutable prueba de que las acusaciones vertidas por Monseñor Viganò en su celebérrimo testimonio son ciertas, al menos en su núcleo principal, no la da en exclusiva una publicación de dudosas credenciales o que se distinga por un ‘animus’ antipapal, sino Catholic News Service (CNS), la voz oficial de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos.
Los hechos: el Padre Boniface Ramsey, párrocho de la Iglesia de San José en Yorkville, en Nueva York, informó a CNS el 7 de septiembre que había recibido la carta fechada el 11 de octubre de 2006, del entonces arzobispo Leonardo Sandri, sustituto de asuntos generales en el Vaticano, solicitando información en relación a un sacerdote de la Archidiócesis de Newark que estudiaba en el Seminario de la Inmaculada Concepción y estaba siendo examinado para un puesto en una oficina vaticana. Ramsey puso la carta a disposición de CNS.
Sandri escribió al Padre Ramsey: “Me interesa particularmente lo concerniente a graves asuntos que implican a algunos de los alumnos del Seminario de Ia Inmaculada Concepción, que en noviembre de 2000 tuvo la amabilidad de traer confidencialmente a la atención del entonces nuncio apostólico en Estados Unidos, el difunto arzobispo Gabriel Montalvo”.
El Padrer Ramsey ha formado parte del claustro del seminario de 1986 a 1996 y había enviado una carta en 2000 al arzobispo Montalvo informándole de las quejas que habían llegado a sus oídos de seminaristas que estudiaban en el seminario, ubicado en South Orange, Nueva Jersey.
En la carta, ha declarado Ramsey a CNS, “me quejaba de las relaciones de McCarrick con seminaristas y todo ese asunto de dormir con seminaristas y lo demás; todo eso que todo el mundo conoce”.
Según Ramsey, la carta de Sandri, hoy cardenal prefecto para las Iglesias Orientales, solo mencionaba “graves asuntos que implican a algunos de los alumnos” y no el comportamiento del arzobispo McCarrick porque las acusaciones contra el ex cardenal eran “demasiado sensibles”.
“Mi carta de 22 de noviembre de 2000 iba sobre McCarrick y no acusaba de nada a ningún seminarista; acusaba a McCarrick”.
Lo llamativo del propio episcopado americano proporcionando la prueba de que Viganò dice la verdad en lo esencial y de que, por tanto, el silencio del Papa tiene un significado algo menos santo del que sus sicofantes le atribuyen, se suma al número de obispos que, a título personal han hecho público su deseo de que se inicie una investigación en profundidad sobre los cargos levantados en el famoso testimonio.
Son ya decenas y, lo que es particularmente significativo, incluyen al propio Cardenal DiNardo, presidente de la Conferencia Episcopal, que ha enviado una solicitud a Su Santidad para que aclare todo el asunto que ha encontrado -como viene siendo irritantemente habitual- el silencio por única respuesta.
¿Cuánto tiempo puede Su Santidad seguir ignorando estás peticiones?