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Los cambios sufridos en los países árabes
05 - 09 - 2018 - INTERRELIGIOSO - Musulmanes

Desde las Primaveras Árabes, Oriente Medio ha sufrido una serie de cambios profundos que han incrementado la inseguridad y la competencia, derribado a los dueños de la región y contribuido al auge de otros. (Fuente: Forumlibertas)

Las trágicamente llamadas Primaveras Árabes que estallaron hace ocho años han transformado radicalmente el equilibrio de fuerzas en Oriente Medio. Pero no exactamente en el sentido que Occidente esperaba.

Los países árabes no se han convertido en democracias liberales, sino que se han visto inmersos en un espiral de conflictos y están obsesionados por su seguridad. El nuevo orden se basa en el desorden y la competición.

¿Cuáles han sido los principales cambios que ha sufrido la región desde las protestas de 2010-2011?

Los tres países en declive

Como el Profesor Marc Lynch de la Universidad de Georgetown observa, tradicionalmente el orden del mundo árabe ha estado dominado por Egipto, Siria e Irak. A estas alturas estos tres países apenas sobreviven como entidades políticas.

Los motivos directos de la derrota de los antiguos dueños de la región son diversos, pero en los tres países se puede observar, en primer lugar, el auge de un estado centralizado entre los años 50 y 80 que defiende un nacionalismo árabe más o menos laico. A partir de los 80, Egipto, Siria e Irak sufren un deterioro económico y un endurecimiento de la represión política.

Ninguno de los tres se ha recuperado de las consecuencias de este cóctel, empeorado en el caso del Irak por la invasión estadounidense en el 2003, pero, sobre todo, por la mala gestión de la post-guerra por parte de la Casa Blanca. Egipto sufrió una revolución en 2011 seguida de un gobierno islamista, derribado a su vez por un golpe militar del antiguo régimen. La Guerra Civil de Siria que comenzó el mismo año es tristemente conocida.

… Y los tres países en auge
El declive de Egipto, Irak y Siria ha venido acompañado por el progresivo ascenso de Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Qatar. Los tres regímenes se asientan sobre bases ideológicas (islamismo en diferentes versiones y grados) y económicas similares (gas y petróleo, aunque también comercio internacional y finanzas).

Gracias a sus recursos financieros y mediáticos (piénsese en Al Jazeera), han sido capaces de gestionar relativamente su orden interno.

Un orden basado en la competencia constante
Una diferencia crucial entre los viejos y nuevos dueños de la región es que, mientras los primeros, en su momento álgido, tenían objetivos similares, los nuevos están enfrentados entre ellos. Este hecho refleja el nuevo orden de la región, que se basa en la competición constante utilizando todos los medios posibles -incluida, por supuesto, la violencia- para incrementar el poder propio y erosionar el de los estados rivales.

Todo ello en medio de un incremento constante de la violencia sectaria, que hace la competición entre estados aún más dura. La trágica Guerra Civil en Yemen y las catastróficas intervenciones de Irán en favor de los rebeldes y de Arabia Saudí en pro del gobierno son sólo el ejemplo más dramático.

El miedo a una revuelta interna condiciona la estrategia
El común denominador de Oriente Medio, que alimenta la sensación de inseguridad de los diferentes países y los incentivos a la competencia entre ellos, es el miedo a la inestabilidad interna.

El profesor Lynch apunta que la experiencia traumática de las Primaveras Árabes ha hecho que todos los regímenes políticos de la región, desde Marruecos hasta Omán, estén obsesionados por la posibilidad de una revolución que provoque un cambio de régimen.

Al mismo tiempo, los principales actores han competido -y siguen haciéndolo- para provocar cambios de régimen en sus vecinos. Qatar y los Emiratos Árabes Unidos contribuyeron decisivamente a la caída de Gadafi en Libia y en el subsiguiente caos (armando a milicias enfrentadas), e intentaron también derribar Bashar al Assad en Siria.

Arabia Saudita evitó la caída del régimen suní de Bahréin, de población mayoritariamente chií. El fallido bloqueo contra Qatar tenía también la intención de debilitar internamente el régimen, percibido por Riad como un molesto electrón libre que se había aproximado demasiado a Irán.

Los Estados Unidos retroceden, otros actores ocupan su espacio
Desde el inicio de las Primaveras Árabes, los Estados Unidos han perdido relevancia y ya no son percibidos como garantes de la seguridad de Arabia Saudí y sus aliados. La influencia menguante de Washington se ha podido comprobar en el bloqueo contra Qatar, o en el fracaso de Obama de coordinar la oposición al régimen de Asad. A Riad ya no le tranquiliza ni siquiera el endurecimiento de Trump contra Irán.

Rusia, en cambio, es un actor internacional al alza, que ha ido tejiendo una inaudita red de socios, que van desde Israel hasta Irán, pasando, por supuesto, por la Siria de Asad. China e incluso la Unión Europea han ganado igualmente importancia a los ojos de los regímenes de Oriente Medio.