Un evento histórico, inimaginable hace pocos meses. Un encuentro de paz por el que la Iglesia ha rezado incesantemente. La cumbre de Singapur entre el presidente estadounidense Donald Trump y el líder norcoreano Kim Yong-un ha sido recibido con particular entusiasmo por parte del nuncio en Seúl, el arzobispo Alfred Xuereb, quien comentó con Vatican News este día histórico: «Hoy se ha escrito una página muy importante que marca el comienzo de un camino todavía largo y arduo, pero tenemos esperanzas, porque el inicio ha sido muy positivo, muy bueno. Hemos pasado de palabras fuertes, como “fuego y furia”, “devastación total” de Corea del Norte, a palabras de distensión, que hablan de paz, de relaciones basadas en la concordia, por lo tanto estamos verdaderamente llenos de esperanza y de confianza», explicó.

«La Iglesia está viviendo con gran fe este momento», explicó el nuncio, que fue nombrado precisamente durante los días de mayor tensión. «En cambio, a largo plazo hemos visto un cambio en el clima, que ahora es muy bueno», refirió. «Obviamente el proceso está todavía en ciernes, pero nuestra esperanza es esta: permitir que el pueblo de Corea del Norte no solo goce de la prosperidad, de beneficios económicos, sino, particularmente, que se beneficie la vida espiritual, de fe, que da un poco la tonalidad a todo lo que se vive después».

Ecpresó los mismos sentimientos monseñor Lazzaro You Heung-sik, obispo de Daejón y presidente de la Comisión Episcopal para la Sociedad. «La cumbre entre Estados Unidos y Corea del Norte es una nueva etapa hacia la paz en Asia y en el mundo entero», afirmó el religioso a la agencia vaticana Fides «He rezado y bendecido a los dos líderes. En esos momentos me vinieron a la mente los tristes años de la guerra en Corea. Recordó a los millones de personas que viven el drama de las familias divididas por la frontera. Hoy hay una nueva esperanza».

El obispo Lazzaro You subrayó también el compromiso del presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in: «Hace un año comenzó su mandato con el explícito objetivo de la paz y de la distensión. Ha tejido relaciones con con grandes potencias como China y Estados Unidos con el objetivo de dar pasos hacia la paz. Hoy vemos lor primeros frutos de su empeño».

Por ello espera que, «después de las declaraciones de intenciones y los compromisos verbales», lleguen «los hechos». «Esperamos que las palabras sean puestas en práctica. Ponerlas en práctica significa poner en marcha un recorrido de perdón y de reconciliación. El camino correcto es el perdón. Esto es lo que esperamos y lo que deseamos para el futuro de Corea».

También expresó gran satisfacción por el histórico acuerdo la Comunità di Sant’Egidio, que, con una nota, afirmó: «la decisión de llegar finalmente al desarme nuclear en esta estratégica región de Asia, no solo da esperanzas sobre una clausura definitiva de la dura herencia que dejó la Guerra Fría, sino que también es importante para la paz en el mundo entero».

«Se trata –efectivamente– de un paso significativo hacia una más general reducción de los arsenales, todavía presentes en demasiados países de todos los continentes, con su pesada carga tanto de armas convencionales como nucleares», subrayó Sant’Egidio, que ha demostrado en varias ocasiones su cercanía a la comunidad norcoreana mediante el envío de ayuda humanitaria, medicinas e instrumentos sanitarios. La Comunidad expresó también su confianza en que «el acuerdo pueda facilitar en gran medida el desarrollo y el fin de tantas dificultades, empezando por las franjas más débiles».